Breve reflexión sobre la percepción de libertad

Conquistar la percepción de libertad a nivel personal, es quizás una de las tareas más difíciles que existen (si no es que la más difícil). Involucra la sensación de que somos capaces y tenemos el control para elegir de manera consciente e informada, lo que deseamos hacer con nuestra vida, lo que incluye explotar al máximo nuestro potencial, cumplir nuestras metas personales y sociales (cualesquiera que estas sean) y hasta lograr trascender en el mundo tras nuestro paso por la tierra.

Un porcentaje de los seres humanos asume que “bajo condiciones normales”, son capaces de razonar y elegir libremente lo que hacen; suponen que todos sus actos tienen causas que los determinan, o sea, creen en el libre albedrío… en esa potestad de actuar según elijan, en la libertad natural de tomar sus propias decisiones.

Otros, en cambio, tienden (en mayor proporción) a atribuir dichos actos a presiones, necesidades, a la suerte, al destino o hasta al poder que ejerce un ser superior. El miedo, la ansiedad, la culpa, el remordimiento, podrían ser algunos de los elementos que revelan a estos individuos que son poseedores de un estado de libertad, en el que todas las decisiones y consecuencias de estas, son responsabilidad absoluta de ellos, por lo que delegar consciente o inconscientemente, parcial o totalmente la responsabilidad a un ser superior supremo, definitivamente les brinda contención y los limita de hurgar en sí mismos antes de juzgar un acto personal o el actuar de otras personas, como bueno o malo.

Desde hace siglos ha existido la sospecha de la presencia de determinantes más profundos capaces de regir la libertad humana, tema previamente acaparado principalmente por la filosofía pero que, en nuestros tiempos, es también terreno de las neurociencias y que podría enfocarse en nuestra capacidad para tomar decisiones, por lo que vale la pena reflexionar brevemente al respecto.
En términos biológicos, “la libertad solamente puede concebirse en el marco de la relación recíproca del organismo con el mundo que lo rodea”. Así lo plantea el Dr. Joaquín Fuster, catedrático de Neurociencia en la Universidad de California, en su libro Cerebro y Libertad. En este describe que, independientemente de hacer una cosa u otra, en ambos casos se trata de una elección, “incluida la opción de hacer nada”. Esta capacidad humana de tomar decisiones depende principalmente de una región del cerebro conocida como corteza (sobre todo la corteza prefrontal) que es la que más “finamente” nos permite adaptarnos al entorno, sin olvidarnos (como describí antes) que son muchos los factores que determinan las decisiones que tomamos, como la memoria producto de las experiencias previas, las emociones asociadas a estas, pero también la memoria producto de años y años de evolución.

Esta libertad de elegir nos permite formar e “inventar” el futuro, a mediano y largo plazo, pero es una libertad predeterminada tanto por los genes y la propia historia, como por las experiencias pasadas. Cabe agregar en este punto que buena parte de esas decisiones son inconscientes, pero alguna vez fueron conscientes y ampliamente racionalizadas, antes de “automatizarse” y surgir prácticamente de manera instintiva.

Nos encontramos entones «haciendo cosas sin saber por qué» y le llamamos destino. Sin embargo, si se analizan, encontraremos razones totalmente lógicas por las cuales fueron tomadas desde un principio. ¿Se imaginan si no fuera así? Me refiero a que las decisiones no se tornaran automáticas y que tuviésemos que razonar una y otra vez la misma disyuntiva antes de actuar? La vida consiste en una toma constante de decisiones cotidianas: a qué hora levantarse, qué desayunar, qué vestir, a donde ir, con quien ir, etcétera.

¿Toma entonces el ser humano decisiones libres, completamente ajenas a su entorno, a sus experiencias previas, sometidas por un ser superior o estrictamente al azar? ¿O tendríamos que ceder el análisis de este dilema y la búsqueda de la respuesta más sensata a disciplinas como la psicología, la psiquiatra y la neurología?

Al final, en un sentido práctico y consciente, alcanzar tu libertad dependerá de la conquista de tus sueños, anhelos y metas, pero contando con el bálsamo que te brinda el aplauso y la aprobación de un entorno (sociedad) que ha decidido apoyarte por considerar tus desiciones como buenas o adecuadas, de acuerdo a sus creencias, valores y prejuicios, y no necesariamente por respeto a tu persona.

En contraste, existirá aquel que percibirá trunca su libertad plena, gracias precisamente a esos prejuicios y críticas incisivas que al otro liberan; que siente que tienen que luchar (una lucha justa) por el respeto de su identidad y sus decisiones de vida y que, si ya está haciendo eso, es porque ha conquistado la más importante de todas las libertades: la interior.

Referencias:
1. Dr. Diego Arellano. Ser Humano y Libertad. Departamento de Psiquiatra y Salud Mental. Hospital Regional de Concepción. Chile. Consulta en línea en http://www.psiquiatriaysaludmental.udec.cl (febrero de 2018).
2. Dr. Felipe Roa. Concepto de Libertad y Angustia. Departamento de Psiquiatra y Salud Mental. Hospital Regional de Concepción. Chile. Consulta en línea en http://www.psiquiatriaysaludmental.udec.cl (febrero de 2018).
3. Roger Bartra. Ensayo sobre la moral, el juego y el determinismo. Cerebro y Libertad. Mèxico. 2013.
4. Joaquin M. Fuster. Neurociencia y Libertad. Semel Institute for Neuroscience and Human Behavior. University of California.

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