Motivación, estrés y aprendizaje

¿Cómo influye el estrés en la motivación y aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes en etapa escolar?

La motivación es fundamental en el proceso de aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes y en la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, por lo que es fundamental identificar los factores y/o circunstancias que pueden interferir con las vías del neurodesarrollo involucradas en el aprendizaje y la motivación.

Los niños, niñas y adolescentes pueden experimentar estresores tales como:

a. Ansiedad por separación.

b. Miedo a lo desconocido.

c. Dificultad para comprender principios abstractos.

d. Traumas de todo tipo.

e. Intimidación, acoso, bullying.

f. Exposiciones ambientales.

g. Problemas de salud.

Algunos de estos factores estresantes pueden ser aún más frecuentes y significativos en personas neurodivergentes (por ejemplo, personas con autismo/TEA y TDAH). Además, problemas de salud como las alergias, el asma, el eccema, la epilepsia, los malestares gastrointestinales, etc., también se asocian significativamente con “conductas problemáticas”, la motivación y el aprendizaje.

Estrés, neurodesarrollo y aprendizaje

Se ha demostrado que la hormona clave del estrés -la hormona liberadora de corticotropina (CRH, por sus siglas en inglés)- también está involucrada en el proceso de mediación del aprendizaje.

Los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad se asocian con múltiples cambios anatómicos y endocrinológicos en los circuitos neuronales que tienen una participación crítica en la modulación de las respuestas al estrés, el procesamiento emocional y el aprendizaje.

Diversos estudios epidemiológicos demuestran que las “Experiencias Adversas durante la Infancia” (EAI) durante los primeros años de vida, se asocian predominantemente con una mayor prevalencia de trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, particularmente depresión y estrés postraumático (TEPT).

Si bien los efectos a largo plazo de estos eventos adversos están bien reconocidos, existen hallazgos contradictorios con respecto a los periodos más sensibles en los que un evento estresante puede impactar el desarrollo. Así, están quienes argumentan que cualquier forma de estrés prepuberal puede clasificarse como EAI; otros sostienen que los niños más pequeños sufren consecuencias más graves, mientras que otros afirman que no existe una relación sistemática entre la edad, el evento y el impacto (ocurre siempre y en algún grado).

Un periodo potencialmente sensible al estrés puede ser la juventud y/o la adolescencia temprana. En todas las especies, el cerebro juvenil está «en transición» y difiere notablemente, tanto anatómica como neuroquímicamente, del de las personas en otras etapas del desarrollo.

Durante este periodo, se produce una remodelación sustancial en áreas del cerebro que están involucradas en el procesamiento emocional y el aprendizaje, como es el caso de la corteza prefrontal (PFC), el hipocampo y la amígdala cerebral, por lo que los eventos vitales estresantes durante han demostrado asociarse más con comportamientos socioemocionales desadaptativos posteriores, lo que los convierte en un factor de riesgo significativo para el desarrollo futuro de trastornos psiquiátricos.

La exposición juvenil al estrés afecta el desarrollo del sistema límbico mismo que, entre otras, tiene las siguientes funciones:

  • Buscar la autopreservación de la especie mediante la activación de los sistemas de homeostasis (equilibrio interno).
  • Gestionar la mayoría de mecanismos cerebrales para la memoria.
  • Intervenir en los circuitos del placer y adicción.
  • Activar el sistema nervioso autónomo, o sea, el que se encarga de enviar señales a los nervios para mantener un estado de alerta o para inhibir dicho estado.

Por último, como seres en continuo desarrollo y debido al hecho de que eventos de vida previos impactan la vida futura, no está demás reafirmar que el estrés juvenil puede producir mayor vulnerabilidad a eventos estresantes también en la edad adulta.

Estrés escolar

La escuela constituye una parte importante de la vida de los estudiantes debido a la gran cantidad de horas que pasan en ella, por lo que las dificultades para manejar situaciones escolares tales como dar charlas, ciertos desafíos académicos y la interacción social, pueden generar estrés negativo y, en consecuencia, trastornos y conductas problemáticas (perturbadoras, negativistas, retadoras, de rechazo, absentismo, deserción, etc.), tanto en la escuela como en el hogar.

De acuerdo con una revisión de la literatura sobre el absentismo escolar, el conflicto entre maestros-estudiantes, las percepciones negativas de la escuela, la alta competitividad, el alto control de los maestros, el bajo apoyo percibido, las reglas y calificaciones estrictas que no respetan la neurodiversidad, las malas relaciones con los pares, el mal manejo del aula por parte de los docentes y el escaso apoyo percibido, son variables escolares asociadas a la conducta de rechazo escolar.

Al final, el rechazo tiene el objetivo de:

▪️Evitar el estímulo que provoca la emoción negativa.

▪️”Huir” de situaciones sociales y/o evaluativas aversivas.

▪️Buscar la atención de otras personas significativas.

▪️Buscar recompensas tangibles y experiencias agradables fuera de la escuela.

Conclusiones

Es prioritario abordar cualquier entorno que produzca ansiedad, así como reducir el efecto del estrés.

Los docentes y consejeros desempeñan un papel fundamental para reconocer y minimizar los factores estresantes, inclusive, antes de que sea necesaria cualquier intervención médica especializada.

Los malestares relacionados con la etapa escolar, no solo dependen de las características individuales (por ejemplo, personalidad, habilidades sociales, autoconcepto), sino también de variables pertenecientes al contexto: escuela, familia, entorno cultural, etc.

El desarrollo humano se basa en la interacción continua entre la persona y los elementos de su entorno. Por eso es necesario investigar el origen de un malestar expresado, verbalmente o a través de la conducta, para dar con “la raíz” del problema pero libre de prejuicios y sesgos cognitivos.

La escuela es fundamental tanto para el desarrollo intelectual como para el desarrollo y bienestar psicológico y socioemocional, por lo que las experiencias vividas van a influir en todos los aspectos del ser humano, a corto, mediano y largo plazo.

Dentro de los factores que podrían reducir el estrés relacionado con la escuela y el absentismo se encuentran:

✔️Mejorar el ambiente escolar.

✔️Evaluar la satisfacción de los estudiantes con la escuela.

✔️Promover la toma de decisiones de los estudiantes.

✔️Fomentar y afianzar el pensamiento crítico.

✔️Desarrollar programas de bienestar estudiantil que incluya sesiones personalizadas y grupales.

✔️Aprovechar el entorno escolar para enseñar-aprender, de acuerdo a la edad, sobre temas relevantes y de interés particular (emociones, salud mental, habilidades sociales, educación en sexualidad, etc.).

✔️Garantizar el apoyo emocional e instructivo por parte de los docentes.

✔️Mantener una línea de comunicación asertiva y respetuosa docente-alumno/a.

✔️Reconocer y validar las experiencias socioculturales individuales.

✔️Respetar la neurodiversidad.

✔️Garantizar la verdadera inclusión.

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